de Pablo Calvi
www.co.terra.com, 3 de Febrero de 2009
Si el portugués es ya de por sí una lengua dulce, ni que hablar de lo bello que suena en los labios de Mariza, la nueva dama del fado. Claro que el ritmo, esa mezcla urbana de guitarras, voz y sentimiento que hasta no hace demasiado palpitaba puertas dentro del mundo lusoparlante, brilló con luz propia gracias a la impecable Amalia Rodrígues. Pero desde su muerte en 1999, la tradición se hizo esperar y la sucesión en el trono de una de las músicas urbanas europeos más bellas y melancólicas recién llegó en 2002 con Fado em Mim, un álbum que Mariza ni siquiera había pensado editar.
”Creo que son tantos los herederos de Amalia Rodrígues como quienes conviven en los géneros que se nutren del Fado", afirma la cantante desde Lisboa mientras se prepara para un tour que la traerá hasta Nueva York el 28 de Febrero. "El fado es una música de tanto pero tanto sentimiento y pasión que se puede ver su impronta en géneros como el tango, la bossa Nova; es una música con la que te muestras al desnudo", asegura.
El romance de Mariza con el fado comenzó relativamente tarde. Nacida en Mozambique, se radicó con su familia en Lisboa antes de cumplir tres años. "Nos mudamos a un barrio muy tradicional de aquí y fue ahí en donde comencé a escuchar Fado, aunque no a cantarlo". Con su flamante Terra, que se lanzará en Estados Unidos a fines de Febrero pero que ya ha sido nominado para un Grammy Latino al mejor disco folk, sumado a un Grammy Latino en el haber por su Concierto en Lisboa, Mariza sin embargo no se considera una fadista. "Me honra que me llamen así, pero yo soy más bien una cantante que interpreta el Fado" ser fadista es mucho más que eso y no sé si estoy a la altura de que me llamen así; de hecho yo me formé escuchando Ella Fitgerald, Frank Sinatra y una gran variedad de géneros populares que no necesariamente tienen que ver con el Fado".
Sin embargo, en 1999 y luego de un impasse que la llevó hacia las arenas del pop y del jazz, Mariza volvió decidida a embarcarse en la tradición. "Les decía a mis amigos que un día iba a ir a tocarle la puerta a Amalia para decirle lo mucho que la admiraba y cuánto influyó su música en que yo comenzase a apreciar más la tradición de música portuguesa" pero lamentablemente ese mismo año ella murió y yo me lamento por no haberme decidido a hacer lo que tantas veces prometí".
Entre las promesas de Mariza hay una que asegura jamás va a quebrar. "Creo que es tan pero tan importante la autenticidad cuando uno está trabajando este género, que no sé si podría subirme a un escenario sólo porque tengo que hacerlo. Creo que no podría, me sentiría vacía" y claro, eso en cualquier género puede notarse más o menos, pero en una música tan espiritual como ésta, es casi vital que las emociones estén ahí".
Por ello, anticipando una gira que la llevará al borde del agotamiento ("llegamos a tocar nueve noches consecutivas, va a ser muy demandante", confiesa) Mariza asegura que comenzará a revisar lo antes posible su rutina para el año que viene. "Ya no soy tan joven y este es un esfuerzo muy pero muy grande, que hago para honrar a mis aficionados en Estados Unidos, pero creo que a partir de 2010 sólo iré a tocar de vez en cuando y a los lugares con los que realmente sienta una gran afinidad".